viernes, 25 de agosto de 2017

Viernes, 25 de Agosto, 2017

Ahora sí quizá hay algo que contar. No estoy diciendo que esta vanalidad sea de alguna manera menos vanal que las otras, ni que mis aflicciones pasadas forman parte de una gran etapa de mi vida donde todo mal aumentaba estratosféricamente de tamaño desde mi lupa magnificadora de ojo de niña pequeña. O talvez sí estoy diciendo eso, jaja. Es que es poco frecuente que lo que da muchas vueltas en mi cabeza se cumpla. Dehecho, es casi (si no completamente) imposible que cualquier evento se cumpla exactamente como lo he imaginado repetidas veces. Hablo de que ahora vivo en Santiago. Después de años, sí, desde tercero medio que lo empiezo a especular, años de imaginar y mirarme a mí misma en un futuro no muy lejano pero sí muy diferente al entonces presente, estoy aquí. No es lo que esperaba, y por eso estoy triste y desesperada. Enrabiada y abandonada. Pero lo más curioso, lo más es que yo esperaba que no fuera lo que esperaba, pero no esperaba que no lo fuera de ésta manera ni en este sentido. Mi padre me ha dejado donde mi abuela. Soy una persona más que alimentar y nada más me he trasladado de un grupo familiar a otro. Y con el mismo apellido. Mi padre no se ha dignado a invertir un poco en mí y me ha plantado en el único lugar donde no requiere gastar un sólo peso, y donde todavía tiene cierto control sobre mí. A pesar, Dios, a pesar de todas las negativas que esto implica: viajar más de una hora hacia cualquier punto principal de la ciudad, lo que conlleva a siempre llegar más tarde de lo necesario, en un barrio de los más peligrosos, teniendo que calcular minuciosamente mi uso de la cocina, que comparto con mi abuela de 91 años que no necesita una molestia más, y bajo toda la ansiedad que me han significado desde siempre estas situaciones, caer cada noche en insomnio profundo y frustrante por la costumbre infaltable de mi tía y compañera de pieza de ver televisión hasta las tantas de la noche. Me duele hasta un punto antes no expermentado que mi papá sea tan tacaño, que tanto dinero tiene y sólo le sirve para figurar en una cuenta electrónica, mientras su hija, su única niña, pasa desatendida en una casa donde nunca fue bienvenida. El dilema es que me consideré siempre una persona adaptable, y repetí a mis padres y a mí misma que con tal de venir a estudiar y hacer lo que quiero, estoy dispuesta a dejar comodidades que exceden lo básico. Y mantengo mi palabra, pero otra cosa es estar aquí donde soy visita, donde no me siento con derecho a nada por que nadie está recibiendo ninguna retribución ni la recibirán luego, y más que todo lo material, que mi papá nisiquiera haya sido capaz de decirme que había fallado en proveer un buen lugar, que nunca me hubiese contado que iba a vivir aquí, tener que escucharlo como un secreto de mi mamá, y dejarme sin más opción que asumir que no le interesa tanto con tal de no tener que gastar más, por que qué alivio, se ha ido y aún tengo mis millones en la cuenta, que se las arregle, está haciendo lo que quiere, y pareciera estar preocupado, siempre preguntando como estoy, si he comido, pero qué significa eso, si nunca me conoció, si nunca quizo escuchar de lo que me gustaba, nunca vio como me brillaban los ojos cuando hablaba del teatro, de la danza, de cualquier cosa que él pudiera no entender, siempre limitando, nunca dando alas, por que las alas son lo más peligroso, las alas dan ideas y las ideas cuestan dinero. Mis tíos y mi abuela dicen que tiene el corazon de acero. Que de ser él, munca dejarían que su hija pasara una necesidad, un canalla, cegado por la lujuria, machista, todo para su primogénito futuro empresario, para él no hay ideas tontas, para él hay alas. Mi abuela pasa horas contandome del pasado. Ha dicho que al acompañar a una amiga del trabajo con un brujo, se ha visto la suerte. El brujo adivina que tiene muchos hijos, si, siete, le dice, y cuenta. Su tercera hija, ella le traerá mucho, no estudiará pero será muy exitosa, la siguiente, buena para las cosas se la casa pero no sirve para nada... y el último; su último hijo tendrá mucho exito, será muy rico, tendrá mucho dinero, pero ahí donde debería estar el corazón tendrá un pedazo de acero. Y todo se cumplió. No sé si serán cuentos de la abuela, pero no me cuesta creerlo. Quizá están exagerando... o quizá no. Mi papá nos ha dado mucho, nuestra casa es maravillosa, en un sector muy bueno, hemos viajado, nunca hemos pasado una necesidad básica. Pero de ha poco me di cuenta de que he sufrido por dinero, he ahorrado pesito a pesito para ciertos gustos que él me pudo haber facilitado sin sufrir ni la más mínima falta. Y hasta entonces no importaba, yo también podía costearlo, podía vivir con mis problemas psicologicos con el dinero, podía soportar ser llamada "tacaña extrema" por mis compañeros, pero hoy sufro necesidad, hoy me siento sola y abandonada, me siento un estorbo hecho a un lado, su egoismo me ha sorprendido, por eso me duele el corazon y me duele dormir y despertar, lo pienso en la micro y en el metro, lo pienso antes de entrar a casa y al salir, en la mesa y en la ducha, y lo pienso con pena. No queda nada más que no esperar nada de nadie, trabajar y valerme por mí misma y ver si está contento con que ya no le supongo un gasto, a ver si se olvida de el dinero y se da cuenta de que existe algo más, cuando nuestra relación deje de ser monetaria y se convierta en una de sangre y emocion, si es que no se desintegra.

martes, 15 de agosto de 2017

Martes, 15 de Agosto, 2017

A! Ahh estoy sintiendo cosas, sentimientos reales. No tanto sólo idealizaciones, no sólo imaginaciones, aunque también un poco de esas, creo que nunca me podré liberar. La Camila está loca. Yo estoy loca. Y ambas sabemos y nos queremos. Pero no se en que sentido, aunque no importa mucho. Me voy para siempre la otra semana. Vendré, aún mi familia vive aquí y se que querré volver, así que la veré a ella también, si o si, pero obvio, no tendremos una relación real. O se me saldrá de las manos? Otras personas no se atreverían ni a decirlo. Yo se que esas cosas pasan y unx no las hace a propósito. Pero quiero aprender a que no. Quiero aprender a querer sin atar, sin sentir ese enorme peso, ese lo sentí con el Jota, me sentía parte de un compromiso inflexible, y cuando me liberé sentí el peso fuera de mi espalda, lo sen´ti de verdad y fue un gran alivio... y un problema que haya existido en primer lugar. Somos melosas hasta ahora, eso sí. Más tacto que una amiga normal. Debo señalar que todavía no pasa nada "real". Que nos hemos estado tratando especial de hace un tiempo, pero ninguna tenía la energía para romper esa inercia que es la amistad. Hay que salir de la zona de confort y de la configuración tan cómoda que construimos como amigas. Y no sabemos aún si vale la pena... no se aún si realmente cambiaría nuestra configuración. Si no tendremos una relación (de sólo pensarlo lo descarto), pero sí nos daremos besos, como me dejó claro hoy, creo que nada más se va a tratar de un acuerdo mutuo de fisicalidad y amor fraterno. O más bien como un tipo de amor lejos de ser conocido por mí, uno sin la exclusividad tan idealizada, sin la preocupación constante por el otro (en consecuencia de la eliminación del factor de compromiso y entrega total del amor romántico), sin dependencia enfermiza, sin toda esa necesidad de sufrimiento causado por el otrx, no pensaré en ella más que cuando me encuentre con su tag en alguna pared de Santiago, o al llegar a la casa y ver su mensaje no necesariamente esperado, no necesitado, no un requisito. Y ella no pensará en mí hasta que le cuente alguna novedad, o hasta anunciar que los visito. Mi imagen no distraerá su concentración de los estudios, ni la hará llorar por las noches, no intensificará su constante sensación de soledad. Nunca pensará: ella debería estar aquí. Y yo nunca dejaré que nada de esto me detenga y me clave al suelo, me iré feliz, nunca arrepentida de mi decisión, obvia, por que debo crecer y por que ella no estará ahí cuando le hable a mis nietos de mi carrera, de mi triunfo profesional, de cómo es posible tener comida y ser feliz al mismo tiempo.
No es verdad que no me cuesta idearlo. No sé de nada diferente que las relaciones convencionales. No sé si es posible para nosotrxs, no sé si lograré pasarlo tan bien como pretendo, y no sé que tan fácil será después de haber formado una concepción típica de las relaciones por todo lo que son 17 años. Pero tengo la oportunidad de reconstruirme. Lo arruinaré, no me miento a mi mísma! Sé que es inevitable cometer errores que desearé nunca haber siquiera pensado, pero ojalá sepa volver y leer esto, saber que a todos les pasa, que no es grave y que permite aprender, y que la vida sigue, que lloré por otra persona hace menos de un mes y aquí estoy, fuiste reemplazado, por fin después de tanto. Yo sólo estoy tratando de formar familia... Llego siempre tarde a casa, ellos no me hacen sentir tan bien como la camila... pero me siento mal por ello. Siempre les debo, me han dado la vida. Soy ingrata muchas veces, pero ser hijx y ser ingratx van de la mano, yo trato aminorarlo lo más posible, y aveces fallo.